23.4.12

Abrió la puerta, y él entró sin decir palabra. Se le veía tan grande en el estrecho pasillo, y aunque a estas alturas ella lo conocía bien se sentía tímida, no podía mirarlo a los ojos.  Él también estaba nervioso; saltaba a la vista, aunque hacía todo lo posible por ocultarlo.
Se sentaron frente a frente en la mesa de la cocina y la luz de la lámpara tembló entre ambos. Un lugar extraño para sentarse en una noche semejante, pero así eran las cosas. Ella se miró las manos, se preguntó cómo proceder. Todo había parecido tan sencillo al principio. pero ahora, el camino a seguir estaba trabado por hilos esperando que se tropezaran. Tal vez estos encuentros siempre fueran así.
Él se acercó. Ella respiró hondo, mientras él tomaba un mechón de sus cabellos entre dos de sus dedos. Lo examinó durante lo que pareció una eternidad. Miró no tanto al cabello sino al extraño hecho de su cabello entre sus dedos.
Por fin, alzó los ojos y la miró. Su mano se acercó hasta descansar en la mejilla de ella. Entonces él sonrió, y también ella. Suspiró con alivio y con algo más.”

frag “El jardín olvidado” de Kate Morton,

2 comentarios:

dijo...

Pues es precioso,en especial la sensación de sentir el cabello entre sus manos y la sonrisa y el encuentro...
Besucos

guille dijo...

hay un momento en que un gesto, una palabra, derrumba las murallas de la inseguridad y hace que todo vaya cuesta abajo.

pd: Me gustan esos ojos verdes.