Abrió la puerta, y él entró sin decir palabra. Se le veía
tan grande en el estrecho pasillo, y aunque a estas alturas ella lo
conocía bien se sentía tímida, no podía mirarlo a los ojos. Él también
estaba nervioso; saltaba a la vista, aunque hacía todo lo posible por
ocultarlo.
Se sentaron frente a frente en la mesa de la cocina y la
luz de la lámpara tembló entre ambos. Un lugar extraño para sentarse en
una noche semejante, pero así eran las cosas. Ella se miró las manos, se
preguntó cómo proceder. Todo había parecido tan sencillo al principio.
pero ahora, el camino a seguir estaba trabado por hilos esperando que se
tropezaran. Tal vez estos encuentros siempre fueran así.
Él se acercó. Ella respiró hondo, mientras él tomaba un
mechón de sus cabellos entre dos de sus dedos. Lo examinó durante lo que
pareció una eternidad. Miró no tanto al cabello sino al extraño hecho
de su cabello entre sus dedos.
Por fin, alzó los ojos y la miró. Su mano se acercó hasta
descansar en la mejilla de ella. Entonces él sonrió, y también ella.
Suspiró con alivio y con algo más.”
frag “El jardín olvidado” de Kate Morton,
2 comentarios:
Pues es precioso,en especial la sensación de sentir el cabello entre sus manos y la sonrisa y el encuentro...
Besucos
Gó
hay un momento en que un gesto, una palabra, derrumba las murallas de la inseguridad y hace que todo vaya cuesta abajo.
pd: Me gustan esos ojos verdes.
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