11.2.10

Cielo nublado


Sé que el mundo es hermoso, que aveces es infinitamente más hermoso para mi que para nadie, que los colores tienen más dulzura, el aire fluye con más facilidad, la luz flota con más delicadeza. Y sé que debo pagarlo con los días en que la vida es insoportable. Existen buenos remedios contra la melancolía: el canto, la piedad, el vino, la música la poesia, el vagabundeo. De estos remedios vivo, como el ermitaño de su brevario. Muchas veces se me antoja que los platillos de la balanza se han desequilibrado, que mis horas dulces son demasiado escasas y poco buenas para compensarme las malas, A veces por el contrario, creo que he progresado, que las horas buenas han aumentado y las malas disminuidos. Lo que jamas deseo, ni siquiera en los momentos peores, es un estado intermedio entre lo bueno y lo malo, un término medio soportable, por asi decirlo. No, prefiero una exageración de las curvas; prefiero un tormento todavía peor y, a cambio,¡un poco más de brillo para los momentos bienaventurados!

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