Contemplamos el mundo que nos rodea en silencio. Hemos tardado toda
una vida para aprender a hacerlo. Al parecer, sólo los viejos son
capaces de estar juntos sin decir nada y sentirse bien. Los jovenes,
impulsivos e impacientes, siempre rompen el silencio. Es una lástima,
pues el silencio es puro. El silencio es sagrado. Une a las personas,
porque sólo aquellos que se sienten cómodos con la compañía del otro
pueden estar juntos sin hablar. Es una gran paradoja”.
1 comentario:
sin palabras
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