26.10.11

Rojo y Negro


Déjame... quiero razonar contigo... En cuanto te veo, ni me acuerdo de la religión, ni de Dios, ni de mis deberes, no vivo mas que para el amor que te profeso... ¡No! amor no dice bastante, es una palabra poco expresiva, pues lo que tú me inspiras es lo que únicamente Dios debiera inspirarme... es una mezcla de respeto, de adoración, de obediencia... no sé... no sé cómo explicarlo. Si en este momento me mandases que hundiera un puñal en el pecho del carcelero, cometería el crimen antes de darme cuenta de lo que hacía. Explícame tú esto con claridad, antes de despedirnos, porque quiero leer en mi corazón... y hazlo pronto, pues dentro de dos meses hemos de separarnos... ¡Pero a propósito! ¿Nos separaremos?- terminó sonriendo.
-Retiro mi palabra- contestó Julián, levantándose-; no apelo de mi sentencia si intentas poner fin a tu vida recurriendo al veneno, al hierro, a las armas de fuego, al carbón, a cualquier medio directo o indirecto.
-¿Por qué no nos matamos los dos ahora mismo?

-¿Sabemos acaso qué encontraríamos en la otra vida? Quizá tormentos, quizá nada. ¿Para qué privarnos de dos meses de delicias? Dos meses son sesenta días que, pasados a tu lado, serán los más felices de mi vida.

-¡Los más felices de tu vida!
(Stendhal)

1 comentario:

rodolfo dijo...

siempre lo mejor esta por llegar, por que precipitarse
Julieta perdio a Romeo por una impaciemcia,